Desde el inicio de su gestión, el presidente Milei dejó en claro que no cederá ante las presiones de quienes piden una devaluación automática. La respuesta de los mercados y la evolución del tipo de cambio libre han dado señales de que la confianza en su plan es real. Sin embargo, los economistas ortodoxos, incapaces de salir de su zona de confort teórica, siguen repitiendo mantras sin fundamentos sólidos, buscando generar pánico donde no lo hay.
La idea de que el peso solo puede devaluarse responde a una lógica derrotista que Milei está decidido a desterrar. En lugar de sucumbir a la histeria de quienes viven del cortoplacismo y del miedo, su administración ha optado por un enfoque basado en la disciplina fiscal y la recomposición de expectativas. Y lo más sorprendente para sus críticos es que, en este contexto, la moneda argentina ha mostrado signos de fortalecimiento sin necesidad de intervenciones artificiales.
Mientras algunos economistas siguen encadenados a modelos fallidos, Milei avanza con una estrategia que desafía el statu quo y demuestra que la economía no se maneja con dogmas, sino con decisiones basadas en la realidad. Los datos y la confianza en su programa están marcando el rumbo. Y por más que algunos insistan con su discurso catastrofista, la Argentina de Milei no se detiene.